Cada individuo llega a la pareja con unas vivencias procedentes de su historia personal y familiar. Por esta razón, aunque parezca de entrada sencillo, tener un proyecto común no siempre lo es. La vida corre y no siempre se logra construir una manera de funcionar adecuada para los dos. Por eso, en psicoterapia es útil revisar el significado de las decisiones pasadas, reforzar las capacidades de los miembros de la pareja y, en un clima de intimidad, afecto y pertenencia, lograr un reencuentro, una reconciliación y el recomienzo de una nueva etapa juntos.
En otros casos, la Psicoterapia de Pareja es útil para clarificar la viabilidad de la relación de pareja y, en caso de separación, hacerlo de una forma serena y sin rencor. Asimismo, cuando existen hijos, promovemos que los ex-cónyuges establezcan los pactos necesarios para asegurar la estabilidad emocional y material de los hijos y de ellos mismos.
Es normal que inicialmente los miembros de la pareja no sientan la misma urgencia por acudir a un profesional; por este motivo, con independencia de quién ha solicitado la ayuda, desde la primera sesión procuramos que cada uno pueda expresar cómo piensa, siente y experimenta las circunstancias que los ha llevado a esa situación. Es importante también determinar qué es lo que desea cada uno, porque no siempre es coincidente y, para poder iniciar la psicoterapia, hace falta establecer como mínimo un objetivo común. Cuando no hay acuerdo, realizamos algunas sesiones individuales para aclarar cuáles son las necesidades personales.
La terapia comienza por conocer a cada uno de los miembros de la pareja, así como su descripción de la familia en la que crecieron y se educaron. A continuación, nos adentraremos en cómo construyeron la relación de pareja y cómo se ha desarrollado, en qué momento aparecieron las primeras dificultades, cuáles son las soluciones intentadas y cómo han evolucionado hasta el momento presente.
A menudo los objetivos de pareja evolucionan a lo largo de las sesiones de psicoterapia, fruto de una mayor profundidad, de la reinterpretación de lo ocurrido o de la clarificación de las prioridades. Llegados a este punto, se puede redefinir con más precisión el objetivo común. Esto permite iniciar una serie de estrategias encaminadas a conseguirlo.
Las dificultades de la pareja suelen estar relacionadas con la creación de un proyecto conjunto (un nosotros), la manera de resolver los conflictos y la organización de la vida en común. Todo ello condicionado por el mutuo conocimiento que tenían los miembros de la pareja cuando empezaron la convivencia y la etapa del ciclo vital que están atravesando.
La presencia de los hijos suele resultar altamente estimulante, pero en ocasiones puede dar lugar a la pérdida de la compenetración si se ha producido un desplazamiento de la pareja, si no se alcanza un equilibrio a la hora de ejercer los distintos roles parentales o si no hay unidad en las decisiones que se deben adoptar.
Problemas de comunicación.
Dificultades en la gestión del dinero, desacuerdos sobre la educación de los hijos, influencia de las familias de origen, desavenencias sobre la utilización de los tiempos individuales, de pareja o de familia, el reparto de las tareas domésticas, etc.
Relaciones sexuales insatisfactorias y dificultades para la procreación.
Desacuerdos sobre los proyectos de familia.
Infidelidad.
Celos desmesurados.
Agresividad y violencia psicológica, verbal o física.
Adicciones: alcohol, juego, internet, pornografía, compras compulsivas, etc.
Preparación de una separación y mediación sobre los acuerdos necesarios.
Presencia de un trastorno mental u otra enfermedad.
Generalmente las primeras sesiones son semanales, para luego pasar a una periodicidad quincenal. Con el fin de facilitar que se produzcan cambios en el hogar, con frecuencia el Psicoterapeuta propone que se realicen acciones o tareas preparadas en las sesiones. Las sesiones de pareja suelen tener una duración aproximada de una hora y cuarto.